sábado, 5 de diciembre de 2009

Venado herido

Bebí el silencio de dios
en el manantial del bosque
Georg Trakl



En un azul espeso se pierde el hotel de un solo cuarto donde desesperamos y desaparecemos
La sombra del abrazo resplandece una vez más, morada y líquida
Llena las vías vacías entre lazos verde oscuridad y árboles delicadamente inquietos ante el abismo del anochecer
Inmensa caída, frágil lentitud hacia la nada adormecida, paso, pausa, paso...
Brilla el pájaro de la noche en tu espalda cristalina, puedo acariciarla en sueños, lamer la letal cocaína derramada
En una flor jamás moribunda, pétalos erectos hacia la hermética fronda
Dobla en tu fauce lunar un regusto, la lengua de sorella, una medalla caída sobre tu sien celeste
La nieve duele un poco más, beso dulce que sangra, herido venado de rosadas venas
Sangra, hasta la última hora del día florecen perfumados velos de diamante negro
Y al río se alejan resonantes las campanillas que antes te guiaban en la noche cargada de caballos en racimos agotados

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