sábado, 5 de diciembre de 2009

Perdido

perdido, ¿cuánto amor dispersamos? ¿acaso bien? ¿acaso suficiente?

mientras desenvolvíamos nuestras momias sobre un escenario apagado
deseábamos no oír el rumor, la pesadilla invernal
que las nubes incisivas estrujaban contra el cielo de raso,
y las enredaderas crecían como mandíbulas para un encierro

mora el estrépito de la tormenta sobre la fragilidad, sobre la quietud
de nuestros sexos en el leve movimiento de los años
¡cómo nos regodeábamos en la codicia escarlata de besos que no sabemos a quién dar!
¿cómo esmerarnos ya por leer la partitura que otras lenguas dictan?

nuevamente en desorden encontramos la casa
pero no tendríamos fuerza para regresar cada cosa a su lugar
con los pies reconocemos papeles quebrados
una traducción comenzada y pronto abandonada
para explicarle a alguien que el amor se parece menos y menos
a aquello que solíamos llamar así

sin embargo, las tristes flores perfuman esta tarde fría con su daltónico color
mientras con lentitud procuramos hallar los diccionarios que antes nos servían para hablar

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